«No hay rocas mejores o peores, lo que hay que saber es el mejor uso de cada una»

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El geólogo Víctor Cárdenes publica un completo manual sobre la pizarra para cubiertas

Allá por el año 2000, el geólogo palmero Víctor Cárdenes Van den Eynde llegó a Valdeorras para trabajar en el mundo de la pizarra. Y conoció entonces una roca de la que no sabía mucho, pero que le atrapó. Ahora, dos décadas después dedicadas a estudiarla, es todo un experto en la piedra llamada el oro negro de Valdeorras. «Soy el investigador que más publicaciones de pizarra tiene en el mundo», resalta. Y acto seguido reconoce: «Hay que tener en cuenta que pizarra para cubiertas no es investigación de cáncer, es un campo muy acotado, pero ese campo lo he desarrollado casi por completo». Son, en todo caso, publicaciones muy científicas que no llegan al gran público y por eso Cárdenes decidió publicar un libro.

Pizarra para cubiertas es «un manual escrito en forma de preguntas y respuestas para que sea fácil de leer». Son más de setenta cuestiones en las que el doctor en Geología y docente en la Universidad de Oviedo aglutina sus más de veinte años de investigación, en los que también se ha ocupado de las referencias bibliográficas. «Tengo prácticamente todos los libros que se han publicado en cualquier idioma sobre el tema», explica. Ha analizado todo lo que editado en español. «Lo poco que hay está dirigido exclusivamente a arquitectos y colocadores, por lo que se basan más en la forma de instalar la pizarra en la cubierta que en la roca en sí», dice. Asegura que incluso las definiciones desde el punto de vista geológico son muchas veces erróneas.

¿Y qué es la pizarra? «Es una roca sedimentaria que ha sido cocida y prensada en el interior de la tierra y ese cocimiento ha hecho que se generen unos minerales y la presión ha hecho que se generen los planos de pizarrosidad», responde. Remarca que aunque es su uso más habitual, no todas las pizarras existentes en el mundo valen para cubiertas debido a sus propias características, y que en cambio hay un material muy parecido que no lo es pero que sí puede usarse para tejados.

Las que se utilizan para cubierta son cuatro: metalutila, pizarra, filita y micasquisto. «Cada uno de los cuatro tipos tiene propiedades distintas de resistencia a la flexión o de absorción de agua», señala. Insiste en que «no hay rocas peores o mejores, lo que hay que saber es el uso para cada una». Y explica: «Una roca muy porosa, que absorbe mucha agua, no la puedes colocar en un clima muy frío, porque vienen los ciclos de hielo y deshielo, el agua que está dentro se congela y va triturándola». De ahí la importancia del estudio exhaustivo de las piedras.

Hace hincapié en las familias de colores. Son tres: verde, negro-gris (que es la tonalidad más común) y rojo púrpura. «La primera persona que definió los colores fui yo. No es una gran ciencia, pero era algo que no había», dice. Y añade: «Son el resultado de la composición minerológica, que a su vez es el resultado de las condiciones de formación primigenia de la pizarra». Eso influye también en los distintos comportamientos frente a la alteración.

No solo hay que fijarse en el origen para analizar su comportamiento. En los últimos tiempos se ha detectado la influencia de la contaminación atmosférica sobre el producto. «En Toral de los Vados [en el Bierzo], que tiene una cementera al lado, los tejados de pizarra están blancos. Y eso no lo ves en ningún sitio. El motivo es que las emisiones de la cementera crean un ambiente ácido que ataca los carbonatos que puede haber en las pizarras», explica el geólogo.

En estos más de veinte años Cárdenes ha investigado mucho sobre el sector (y visitado la mayoría de las canteras que hay en el mundo), pero todavía queda dónde seguir buscando conocimiento. «Ahora estoy con el comportamiento de la pizarra al fuego. Sabemos que es incombustible pero, ¿cómo afecta?».

La inquietud del geólogo por la pizarra se extiende también al campo de la historia y la sociología. Porque aunque la pizarra no empezó a ser un recurso económico en Valdeorras hasta la segunda mitad del siglo pasado, lo cierto es que la tradición pizarrera es mucho anterior. «En las excavaciones del castro de Valencia do Sil [en Vilamartín de Valdeorras] están cansados de sacar losas de pizarra», remarca Cárdenes, lo que evidencia que era un material que se usaba ya entre los siglos I y IV.

Cárdenes presenta esta tarde (20.00 horas, en el edificio multiusos de O Barco) el libro. Él mismo lo ha autoeditado, para lo que contó con el apoyo económico de una decena de empresas pizarreras —dos ya le han pedido la versión en inglés— y del Concello barquense.

El experto aconseja a Valdeorras seguir el ejemplo de Gales para su desarrollo turístico industrial

Durante estas dos décadas, Cárdenes también ha estudiado el paisaje dejado por las explotaciones de pizarra y cómo han conseguido aprovecharlo en diferentes puntos del planeta. Cita como ejemplo más importante Gales (Reino Unido), que en el 2021 consiguió la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco para su paisaje pizarrero. A su alrededor han desarrollado todo un proyecto turístico que incluye desde una de las tirolinas más largas de Europa, un tren minero que pasa por las antiguas excavaciones, las camas elásticas de mayor profundidad (colocadas dentro de una mina) a una escuela de escalada en pizarra… Y, por supuesto, tienen un museo. Tampoco se olvida Cárdenes de Francia, que tiene varios museos y recorridos turísticos. «Muestran su orgullo de haber sido pizarreros», remarca.

Valdeorras, por su parte, no tiene ni siquiera un museo. En el 2001 se hablaba de un proyecto en ese sentido, según rescató Cárdenes de la hemeroteca. De hecho, en aquel momento había previsto uno en la zona y otro en El Puente de Domingo Flórez [en el Bierzo]. «Pero más de 20 años después no hay nada», señala. El geólogo cree que el Clúster de la Pizarra —que quiere desarrollar el turismo industrial— debería mirarse en el espejo de lo que han hecho otros, aunque salvando las diferencias. «En Gales llevan extrayendo pizarra desde antes de la Revolución Industrial. Aquí se empezó en los años 60 del siglo pasado… yo diría que el patrimonio industrial en Valdeorras es inexistente, porque una máquina oxidada no lo es, son hierros», remarca. En todo caso, dice, «hay un desarrollo potencial interesante».

 

Fuente: La Voz de Galicia

Autora: María Cobas

Fotografías: Santi M. Amil, Lolita Vázquez

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