El incremento de costes y los retrasos en la entrega preocupan, especialmente, a Estados Unidos
Más allá del grave problema sanitario, la pandemia del covid-19 está provocando fuertes desequilibrios en las economías. Esta situación la acusa fuertemente el sector de la pizarra y sus exportaciones a un país en el que tenía depositadas importantes expectativas. Las canteras facturaron en 2010 a esa nación 3.498 toneladas. Una década después, en 2020, los distribuidores estadounidenses importaron 8.854 toneladas, aumentando sus compras en un 153 % hasta los 6,21 millones de facturación.
Este año, las productoras de pizarra tendrán difícil repetir esos números. Es más, fuentes empresariales ya hablan en pasado refiriéndose a las importaciones de pizarra estadounidenses. “Era un mercado de futuro que podía ser muy importante”, comentan en el sector. Inmediatamente, explican que el problema reside en las tarifas del transporte marítimo. “El precio se multiplicó por tres y ya anunciaron que vuelve a aumentar el año que viene. Las navieras actúan como subasteros”, añaden, aludiendo a que solo transportan la mercancía de aquellas entidades que realizan la puja más alta. Desde China, los contenedores viajan cargados hasta Estados Unidos y no regresan a los puertos europeos.
Esta situación conlleva una mayor preocupación de los cientes, pues “tienes que repercutir el precio del transporte” y un mayor retraso en la entrega de los pedidos. “No encontramos transporte para enviar la mercancía. Faltan contenedores”, añaden las citadas fuentes del sector pizarrista, que también situan el inicio del problema en abril, aunque “se fue agravando”.
A la falta de contenedores se une un segundo imprevisto: la escasez de madera para las jaulas utilizadas para el transporte de la pizarra. Estados Unidos y China también juegan un papel importante en esta situación, pues “pagan máis”, según explicó Raquel Méndez, responsable de un aserradero en Rubiá. En medio año, cada unidad se encareció aproximadamente dos euros, pudiendo costar la jaula más cara en torno a los 19 euros, superando un 10 % de incremento.
Esta carencia de materia prima también afecta al laminado destinado a las cubiertas de los edificios. Su coste pasó de aproximadamente 400 euros por metro cúbico a 850 euros, lo que también obligó a repercutir en las facturas del aserradero. “Tiñamos cinco tráilers encargados desde xaneiro, anularon os pedidos e subiron o prezo”, explica Méndez, quien también dijo que, en caso de aceptar las nuevas condiciones, únicamente recibirían un camión. Esta situación no es exclusiva de los aserraderos valdeorreses, pues “en Barcelona xa están facendo louxados con cemento en vez de usar o laminado”, según apunaó la empresaria de Rubiá.
Fuente: La Región
Autor: José M. Cruz
Fotografía: Desconocido.