Entre las muchas riquezas y tradiciones del Bierzo, la material por excelencia es su arquitectura, fundamentalmente del caserío que aún se conserva en los pueblos.
Desde las casas tradicionales embellecidas por los corredores, hasta las bodegas y hornos, la arquitectura de la Comarca cuenta la historia de la zona, de sus tradiciones y necesidades, y de cómo las mismas han cambiado y se han adaptado a los tiempos actuales. Elementos que en su momento cumplieron una función estrictamente pragmática son ahora obras de arte que atraen a miles de turistas para verlos.
Una de las formas arquitectónicas más conocidas y únicas del Bierzo, en este caso de los Ancares, son las pallozas. Muchas de ellas perduran como vestigios de otra época en la que su utilidad era más que la de ser meramente estética o etnográfica como ahora se conservan.
La palloza es la vivienda típica ancaresa, de muro de piedra y techo de paja (teito). Junto a ella se sitúa frecuentemente el hórreo ancarés, que tiene planta cuadrada de pared de madera y también tiene cubierta de paja.
Hoy los pueblos cobijan buenos ejemplos de arquitectura tradicional, pese al deterioro y la desaparición, y se mantienen algunos conjuntos de rotunda piedra y techo de pizarra. Son casas concebidas para el trabajo agrícola y ganadero que tienen sus orígenes en las pallozas, casas autosuficientes capaces de asegurar la supervivencia. Aunque muchas de éstas se han degradado con el paso del tiempo, existen unas cuantas en uso y algunas habitadas, que pueden incluso ser visitadas por el público. El conjunto mejor conservado en la provincia está en Balouta. Con menos pallozas, pero manteniendo esencialmente la tipología tradicional en sus edificaciones están Tejeira, Pereda de Ancares, Busmayor, Cela, Chandevillar, Campo de Liebre, Lindoso, Hermide, Aira da Pedra, Tejedo, Güimil, San Fiz, Arnado, Paradela…
Son interesantes también las pequeñas iglesias de origen románico que han acompañado el sino de los pueblos. Muchas de ellas están acompañadas de tejos milenarios que ya custodiaban los cultos astures. Otras destacan por sus elementos artísticos: Oencia, los retablos mayores de las de Sobrado y Paradaseca, Santa Marina de Balboa, la portada norte de la de Ruitelán, la torre de la de Vega de Valcarce, las cubiertas interiores de las de Herrerías y de la Faba, los artesonados de las de Valle de Finolledo y San Martín de Moreda, la iglesia del monasterio de San Andrés de Vega de Espinareda…
Sobreviven asimismo numerosas instalaciones preindustriales como molinos y herrerías que demuestran en muchos casos el agudo ingenio de sus constructores en una época donde la tecnología apenas conseguía llegar a estos pueblos. Asimismo son numerosos los rastros de explotaciones mineras, en especial las dedicadas al hierro y al oro. En este ámbito destacan las Médulas de la Leitosa, en el valle del Burbia, cerca de Paradaseca. Es ésta una explotación romana muy parecida a la de las Médulas del Bierzo, puesto que se basa en la técnica de Ruina Montium. Sus accesos han sido habilitados recientemente. También vale la pena destacar la explotación del Wolfram en la Peña del Seo. Durante la 2ª guerra mundial los alemanes extrajeron de ella el mineral para la fabricación de bombas mientras los espías de los aliados intentaban llevar al traste la operación.
Las casas bercianas, muchas veces, estaba construidas con piedra pizarra, solían ser de planta rectangular y, en algunas de ellas, se observan todavía esquinas redondeadas, característica muy arcaica, resultante de la evolución de la vivienda castreña. La pizarra cubre ahora el tejado de la mayoría de las casas tradicionales, en sustitución de la paja, aunque también de las nuevas construcciones. Tenían dos plantas; la inferior, para cuadras, bodega -otro elemento fundamental de la arquitectura comarcal- y almacén de aperos de labranza, y la superior, dedicada a vivienda.
En las viviendas hay un elemento más que característico, la solana o corredor. De madera y en voladizo, que parcialmente se cubren con tablones para resguardo del viento y del frío, aunque tampoco faltan corredores balaustrados, con la más variada y sencilla gama de elementos decorativos como flores.
Ahora, los corredores son como terrazas, lugares donde colgar flores, sin embargo, antaño estos espacios se usaban para labores que no podían hacerse dentro de la vivienda como, secar pimientos, maíces, etc. En la actualidad este elemento, es uno de los más reconocidos de la arquitectura local, y uno de los más alabados por su vistosidad.
Estrechamente ligado a los vistosos corredores, está el patín, una escalera que da acceso a la segunda planta -la de la solana- desde la calle.
La casa tradicional se levanta con piedra en sus muros y se cubre con losas irregulares de pizarra, aunque hasta el pasado siglo lo común era el techo (teito) de paja (pallaza que cubre la palloza).
Fue originariamente de planta baja, aunque evolucionó a las dos que actualmente presenta la casa popular.
El Bierzo conserva la mejor colección de construcciones tradicionales de la provincia de León.
Es usual que la vivienda berciana incluya un sótano como bodega.
El Bierzo es tierra de vinos, y por supuesto que su arquitectura también muestra esta esencia vitivinícola. Las bodegas habitualmente en los bajos de las casas o por debajo incluso del suelo, son siempre lugares fríos y con humedad, dos factores fundamentales que incidirán en gran medida en el vino resultante.
Estas construcciones también han constituido espacios en los que se ha desarrollado una habitual e intensa actividad social y familiar; lugares de encuentro, de recogimiento y cuna de otras tradiciones. Pueden localizarse en las propias edificaciones residenciales o bien formar conjuntos o barrios específicos. En el primero de los casos, constituyen una parte especial de la estructura urbana y de las viviendas y, en el segundo, configuran paisajes o enclaves con una estructura y disposición adaptada a su funcionalidad.
Testigo de como las bodegas son una parte fundamental y activa en la cultura berciana es la Ronda El Salvador, unos 16 amigos, vecinos, compañeros, familiares, que desde hace 40 años entonan las melodías de sus abuelos y bisabuelos y que perpetúan la tradición oral y el patrimonio inmaterial de cantar en estos espacios.
Los molinos de agua también son importantes vestigios del pasado. Ahora tienen un uso turístico o decorativo, mientras de hace un siglo fueron una revolución y una herramienta fundamental en la actividad agrícola. La ‘vida’ útil de estas construcciones terminó con la revolución industrial, pero todavía en la actualidad se pueden ver restaurados o algo más dañados por el tiempo.
El molino funcionaba gracias a la fuerza del agua de los distintos ríos de la Comarca -el Sil, el Cúa, el Meruelo…-. Esta movía las aspas, que a su vez activaban un mecanismo que hacía girar una piedra en movimiento contra otra fija, para moler el grano, los cereales o lo que los agricultores estuviesen cultivando.
En la actualidad, hay varias rutas de senderismo que recorren estos vestigios de otro tiempo como la ruta de los Canales y Molino en Folgoso de la Ribera y la propia ruta de los molinos. El pueblo de Espanillo, perteneciente a Arganza, aún conserva su molino comunitario en funcionamiento. Se trata de un molino que data de decenas de años atrás y del que se encarga la junta vecinal del municipio, sin embargo, por el momento no está abierto al público. Es recomendable visitar su iglesia, cercana al molino, y ciertas construcciones antiguas y tradicionales. Se localiza en el camino de Quilós a Vega de Espinareda.
Fuente: InfoBierzo
Autor: Aitana Brusa
Fotografía: Desconocido