Menos de la mitad de los trabajadores sigue incluida en los ERTE que solicitaron las empresas.
El sector de la pizarra volvió este lunes al trabajo pero lo hizo al ralentí. No todas las empresas abrieron y la mayoría de las que sí acordaron retomar la actividad, lo hicieron por turnos, con una parte de la plantilla. A pesar de la dificultad que entraña cuantificar los trabajadores volvieron al tajo, fuentes de los pizarristas hablaban de entre un 40 y un 45 % de los 2.400 operarios con los que cuenta en Galicia. Las productoras de la piedra, que generan el 26 % del Producto Interior Bruto (PIB) de Valdeorras, habían suspendido la actividad el pasado 24 de marzo, pactando inicialmente vacaciones para posteriormente recurrir a la solicitud de los ERTE por fuerza mayor.
El regreso a la actividad está siendo escalonado. Quedó patente en la carretera OU-122, que comunica Sobradelo (Carballeda de Valdeorras) con el límite provincial de León. Durante toda la mañana se hizo muy difícil contemplar el paso de algún tráiler cargado de pizarra, siendo muy pocos los camiones de transporte de rachón que circularon por ella.
Esta carretera es la utilizada diariamente para el transporte de los cientos de trabajadores del sector en la cuenca pizarrera de Carballeda y, precisamente, una de las últimas medidas que aprobó el Gobierno central durante la crisis sanitaria del COVID-19 fue aumentar el máximo permitido de los ocupantes que pueden viajar en un vehículo. El permiso pasó de ser de solo un tercio a la mitad de la capacidad en los autobuses y a dos ocupantes por fila de asientos en vehículos de hasta nueve plazas.
Las limitaciones impuestas en un primer momento al transporte del personal fueron determinantes en la decisión de suspender la actividad de las empresas. Otro factor fueron las dificultades para dotar a las plantillas con las medidas de protección obligadas. La entrega de la Xunta de mascarillas higiénicas a las empresas del sector facilitó su utilización en los vehículos de transporte, mientras que en los puestos de trabajo siguen usando las de siempre, las FFP3, que reducen al máximo el riesgo de contagio, según explicó el Clúster da Lousa.
No son estas las únicas medidas preventivas a las que recurrieron las empresas productoras de pizarra. Algunas las acompañaron de test detección de positivos en COVID-19 o de termómetros de infrarrojos, que avisan si un trabajador acude al centro con fiebre.
Fuentes del sector apuntaron que el goteo de empresas que regresan a la actividad continuará en las próximas horas y también que la recuperación de la normalidad va a depender en buena medida de la situación de la construcción en los importadores: Francia, Reino Unido y Alemania, principalmente.
Fuente: La Región
Autor: José M. Cruz
Fotografía: Desconocido